Humedales de Panamá protegidos en el marco del convenio Ramsar: Humedal Bahía de Panamá
DOI:
https://doi.org/10.61209/re.v3i1.160Palabras clave:
Humedal, biodiversidad, conservación, ecosistema, migratorias, contaminación, sostenibilidadResumen
El Humedal Bahía de Panamá es una de las áreas naturales más valiosas del país y ha sido reconocida
a nivel internacional por su importancia ecológica. Su designación como sitio protegido bajo la
Convención RAMSAR resalta su relevancia dentro de los ecosistemas de humedales, ya que cumple
funciones fundamentales en la regulación ambiental y la conservación de la biodiversidad. Este
humedal abarca una extensa área de aproximadamente 85,664 hectáreas, que incluyen tanto espacios
terrestres como marinos, proporcionando hábitats esenciales para una gran diversidad de especies. Su
importancia radica, entre otros aspectos, en su papel como una de las principales zonas de
alimentación y descanso para aves playeras migratorias, muchas de las cuales recorren miles de
kilómetros a lo largo del continente. Además, es el hogar de diversas especies en peligro de extinción,
lo que refuerza la necesidad de su protección y manejo sostenible. Los humedales desempeñan un
papel crucial en la regulación de los ciclos naturales y la mitigación de los impactos ambientales. En el
caso del Humedal Bahía de Panamá, su importancia ecológica se extiende más allá de la conservación
de la fauna, ya que contribuye activamente a procesos fundamentales para el equilibrio del ecosistema
y el bienestar humano. Uno de sus principales beneficios es su capacidad para regular el ciclo del
agua, funcionando como un reservorio natural que ayuda a mantener los niveles hídricos, reduciendo
la vulnerabilidad ante sequías y garantizando la disponibilidad de agua dulce. Además, este
ecosistema cumple una función clave en la captura y almacenamiento de carbono, lo que lo convierte
en un aliado esencial en la lucha contra el cambio climático al reducir la cantidad de dióxido de
carbono en la atmósfera. Asimismo, su estructura natural actúa como una barrera protectora frente a
fenómenos ambientales adversos, ayudando a prevenir inundaciones, controlar la erosión costera y
minimizar los efectos del aumento del nivel del mar.
